domingo, agosto 06, 2006

Hasta luego


He decidido cerrar este blog, principalmente porque ya no tengo nada más que decir. Agradezco inmensamente a las personas que han leido mis incoherencias, a aquellas quienes han dejado sus comentarios.

Agradezco también a quienes han compartido conmigo parte de sus vidas, su amistad, cariño y compresión. Saben donde encontrarme. Hasta luego
K
soren_k@hotmail.com

Sólo se vive una vez: Fin

Yo sé que no te lo he dicho, pero ya lo sabes, nunca más nos volveremos a ver. Todo quedo allá, en el sonido de las olas nocturnas, en el brillo lejano y pálido de las estrellas sobre el cielo oscuro, en la arena resplandeciente bajo el sol de la tarde, en mis palabras, en ti, que eres mi destino. No me arrepiento de nada, ni del tiempo, ni de las cosas que me faltarón, porque sólo a mi me faltarón tus besos, tus ojos, tu cuerpo. Sólo se vive una vez y me alegro de haber vivido contigo.

Pensé que tendría muchas cosas que decirte, pero aqui está todo lo que ya he dicho, todo lo que soy. Sé que te he dicho adios muchas veces, pero ninguna te había dejado de amar, como hoy.

miércoles, julio 26, 2006

Sólo se vive una vez: Felix

[...]Hay ausencias que triunfan
y la nuestra triunfó.
Amemonos ahora con la paz
que en otro tiempo no faltó.

Y cuando yo me muera,
ni luz, ni llanto, ni luto,
ni nada más.
Aquí junto a mi cruz,
tan solo quiero paz.


Ambos fumabamos, sentados uno frente al otro, la tarde aún era caliente, el sol resplandecia sobre la arena, y todo era luminoso, las olas feroces se estrellaban sobre la orilla con su rugido implacable. El viento nos llegaba salado y húmedo, de otros lugares y tiempo. Fumabamos tranquilos, como si de pronto hubieramos surgido debajo de aquellos tenderetes de hojas de palmera, como si allí mismo hubieramos empezado a existir y a respirar. De pronto se acercó Felix, su piel morena y cubiera de arrugas profundas, contrastaba con el blanco de su camisa y pantalón. - ¿No quere que le toque algo?, allí esta mi hija la enana - Dijo mientras miraba una destartalada guitarra recosatada sobre el tronco de una palmera. "Hay ausencias que triunfan y la nuestra triunfó..."

Ahora, que lo veo en retropectiva, pienso que no pueden existir palabras más precisas:

Sólo tú, corazón,
si me niegas tu amor,
una lágrima llevame por última vez.
En silencio dirás una plegaria,
y por Dios, olvidame después.

Es curioso como a veces un desconocido parece ser una especie de profeta, como si todas las cosas te estuvieran tratando de decir algo. Yo solo quiero paz

martes, julio 18, 2006

Sólo se vive una vez: Israel

Dici che il fiume
Trova la via al mare
E come il fiume
Giungerai a me
Oltre i confini
E le terre assetate
Dici che come fiume
Come fiume
L'amore giunger
L'amore
E non so pi pregare
E nell'amore non so pi sperare
E quell'amore non so pi aspettare



Israel caminaba sosteniendo aquella tabla rectangular, una tras otra las olas reventaban sobre la orilla, poco a poco se iba adentrando, midiendo la altura e intensidad de cada ola, esperando el momento para subirse a una. Mas tarde, mientras se secaba las cientos de gotas que aún le cubrían el cuerpo me dijo – Supongo que la vida es como las olas, quiero decir que se trata de esperar la tuya, no es algo que puedas medir o predecir, sino que solo lo sientes, dejaras pasar muchas olas que crees que serán la correcta, pero no lo son, hasta que en algún momento encuentres la tuya – Yo miraba el mar, el sol de la tarde, tu cabello flotando en el aire tibio y salado, y no se trataba solo de ti de ti, sino de todo a la vez, del mar, el cielo, la tarde, tu y yo.

Esa era mi ola propia, y había hecho lo único posible, subirme a ella, y como la ola que desaparece en la orilla dejando una espuma, todo eso desapareció, y mi memoria es esa espuma momentánea llena del recuerdo de aquellos días.

jueves, julio 13, 2006

Sólo se vive una vez: Yo

Siempre creí que mi destino eras tú, más bien era una certeza, pero aquel día lo supe. Había deseado tantas veces estar allí contigo, en medio de la arena y la espuma de las olas que reventaban feroces sobre la costa, Por fin estábamos allí, solos. Te miré caminar sobre la arena y dejar por un instante tus huellas, quizá no era una revelación, era solo un pensamiento, pero te lo dije: Creo que sí existe un destino. Quiero decir que hace millones de años, este océano, la arena, ese sol moribundo de la tarde, todo esto, fue creado para este instante, para que tu y yo estuviéramos aquí.

Recuerdo como aquella noche te vi dormir, como besé tu mejilla, y sostuve tu mano y contemplamos el mar nocturno, ese era el final de todo. Ese era mi destino, casi cinco años antes había empezado la historia que termino aquella noche, pero ambos sabíamos de antemano como acaba la historia. Tú llorabas en la noche tibia, y yo sostenía tu mano y sentía, como tantas veces antes, que el mundo se desmoronaba bajo mis pies, pero no había camino adelante, sino solo el mar oscuro y casi infinito. Te lastimé una vez más, y supe que quizá siempre lo haría, Te amo y eso solo puede lastimarte, a veces el destino no es siempre como uno se lo imagina.

Tú dormías, y lo supe, que el desenlace de nuestra historia no tenía solución. Dormías y yo solo deseaba dormir a tu lado, abrazarte y despertar el resto de mi vida con el recuerdo de aquel sonido sordo del mar, como mi amor, que se reventaba frente a la pared de este destino, como las olas sobre las rocas oscuras, que hace tanto tiempo fueron hechas para este destino.

miércoles, julio 12, 2006

Sólo se vive una vez: Emmanuel

Emmanuel miraba a Betsy sacudirse sus pequeños pies de la arena húmeda –No, el mar nunca es el mismo – dijo mirando a lo lejos las olas brillantes que se precipitaban sobre la playa –Siempre que venimos es diferente – agregó y tomo la mano de su pequeña hija mientras caminaba entre las mesas y los viejos tenderetes de hojas de palmera. He pensado en esta frase, en como las cosas nunca son las mismas, ni tu, ni yo, después de todos estos años. Y sin embargo no sé en que somos diferentes, yo te sigo viendo, como hace tanto, con los mismos ojos enamorados de ti, de tu voz bajo las noches frías y nubladas al salir de clases.

Luego, mientras viajábamos en el auto, te miraba sosteniendo en tus piernas la pequeña cabeza de Betsy dormida, y de pronto me imaginé que era nuestra hija. En el auto sonaba aquella que siempre he creído es nuestra canción y que en aquel momento supe que era cierto “Hay algunos que dicen, que todos los caminos conducen a Roma”

Es cierto, nunca somos los mismos, somos como esas olas que nacen y se rompen sobre la arena, como la espuma que rápida se disuelve, como la brisa que sopla mientras parado tomo tu mano y contemplamos la tarde. Las cosas nunca son las mismas y sin embargo, siempre regresan al mismo sitio, las olas a la arena, la brisa a las alas de las gaviotas pérdidas, mis ojos a tu mirada, mi mano a tu mano. No, ni tú, ni yo somos nunca los mismos y eso es lo que hace todo posible.

viernes, julio 07, 2006

Sólo se vive una vez: Ivonne

Ivonne miraba las olas verdes que se estrellaban entre dos riscos, entonces el agua se trasformaba en espuma, en una espuma limpia y momentánea que desaparecía en segundos y se volvía a formar con cada nueva ola. Yo la miraba, el cuerpo siempre delgado y perfecto, el cabello rizado, esa mirada lejana. Recodaba como el día anterior, nos habíamos entretenido jugando en la playa, al atardecer las olas se reventaban feroces sobre la arena y ella y yo jugábamos a huir, pero terminábamos siempre mojados, nuestras huellas se borraban y la veía sonreír mientras su cabello ondulaba en el viento, su vestido azul y mojado, su cuerpo tan delgado y frágil, tan hermosa.

- ¿Te has fijado como a veces el tono del mar y el cielo son el mismo?, a tal punto que pareciera ser un océano infinito, no puedes distinguir donde empieza uno o donde termina otro – Me dijo después de un momento. Yo recordé los versos que había escrito para ella justo tres años antes:

Hay dos océanos profundos,
impensables, inimaginables, distantes.
Yo te contemplo desde lejos,
desde lo alto de la luna inmensa,
por encima de las nubes grises,
del vuelo de aves.

Tú eres basta y profunda,
misteriosa y eterna.
Ola tras ola yaces moribunda sobre la costa
y renaces con la espuma.
Eres el océano inalcanzable y profundo
que mi cuerpo no toca,
la voz de arrullo,
brisa de sal sobre la roca.

Tuvo que pasar todo ese tiempo para estar allí junto a ti y comprender que de algún modo, somos como el mar y el cielo, lejanos y distantes, pero a veces, solo a veces, como uno, un solo océano inmenso y resplandeciente. Al menos así me siento yo, mientras tomo tu mano y fumamos, como si a fin de cuentas hubiéramos encontrado nuestro propio horizonte, como si una parte de nuestra vida estuviera destinada a ser una sola. Como la espuma que solo existe por unos breves instantes sobre la roca, como los breves instantes en que el mar y el cielo son uno.

Sólo se vive una vez: Matilde

Sólo se vive una vez – dijo Matilde – Sólo una vez se es joven – Agregó, mientras miraba el comal ennegrecido, como mirando dentro de si misma y comprobando que aquello era verdad. De lo lejos llegaba el sonido de las olas azules estrellándose sobre las rocas, las moscas feroces invadían todo, era como si aquel rugido de vida que el mar llevaba consigo se estrellara de pronto con la realidad, con una realidad moribunda y maloliente, como el cadáver de alguien cuyo espíritu se niega a morir. Yo miraba a Matilde, la piel morena, las arrugas, los ojos opacos, sentí que aquella mujer sabía muchas cosas, cosas que veía desde el destartalado puesto de hojalata al lado de la carretera. De vez en cuando miraba a los chiquillos que jugaban –Soy dura con mis nietos – y de nuevo volvía a su trabajo rutinario de aplastar bolitas de masa con las manos y colocarlos en el comal. Yo te miraba, de reojo apenas, pensaba en lo que había dicho Matilde, sólo se vive una vez, sólo una vez se es joven, y me alegraba de que estuviéramos allí. Viviendo un tiempo prestado a nuestros respectivos mundos, amándote como lo he hecho durante estos años. Sólo se vive una vez. ¿Recuerdas que nos pregunto si estábamos casados? Y ambos nos sonrojamos, y luego Matilde se puso seria, pero aún así no dijo nada, no tenía porqué hacerlo, aunque supongo que hacía dentro de si nos juzgo, pero de nuevo de entretuvo con las bolitas de masa. Mirando hacía un lado y otro de la carretera.

Nos despedimos de Matilde y cruzamos la carretera, ese pequeño gesto fue lo que empezó todo, ¿recuerdas que te dije que quería escribir un libro? Al estar con Matilde era como estar en medio del mundo, quiero decir del mar y de nuestra vida cotidiana. De pronto me imagine estar dando la espalda no solo a ese destartalado puesto de hojalata, con sus cientos de moscas revoloteando, sino al pasado, como si mirar de frente al mar, me liberara de todo lo demás y te tuviera de mi brazo, mirando las cosas nuevas y llenas de vida que la brisa del mar traen consigo. No sé si tu sentías lo mismo. Pero allí era donde quería estar, caminando de frente, con la vida, como el reflejo azul del mar visto desde lejos por la mirada inquieta y transparente de Matilde.

lunes, mayo 29, 2006

And so it is
Just like you said it would be
Life goes easy on me
Most of the time
And so it is
The shorter story
No love, no glory
No hero in her sky
- Damien Rice/Lisa Hannigan-

Javier habría querido escribir aquella historia, no sabía con certeza por qué, a fin de cuentas, todas las historias son iguales, siempre con las mismas promesas rotas, con las mismas lágrimas, los mismos adioses. Justo cuando había escrito tres o cuatro líneas las cosas parecian más lejanas y distantes. Todo ya estaba dicho, a nadie podrían importar aquellas palabras, sólo sabia que dentro de si sentía aquella rabia sorda, esa impotencia y soledad abrumadora.

Se miro al espejo aquella mañana y se preguntó cúal era el recuerdo más lejano que tenía: él sentado en el borde de la acera con una desgastada playera mientras el viento frío soplaba entre los inmensos árboles de los cerros cercanos. Comparo aquella fotografía de si mismo. Aquel chiquillo de cabellos rizados no se parecía en nada, a la imagen en el espejo, como si durante el transcurso de aquellos años hubiera renunciado a todo cuanto creia y soñaba. Y de nuevo trataba de escribir, el comienzo era lo díficil, después las palabras salían por si mismas, pero una vez más no salieron. No había una historia que contar, al menos no la clase de historia que queria para el mismo, releía las viejas cartas que había escrito, los versos, las conversaciones con Silvia. Pensaba que todo aquello era un error, pero siempre terminaba queriendole decir aquellas mismas palabras. Era inutil, todo estaba dicho y dentro de él solo persisitia aquella sensación de vacío, aquel llanto mudo. Por eso no era una historia, sino un cumulo de fragmentos, como si su espiritu fuese un crital roto y alguien hubiera tratado de unir los pedazos, pero las grietas aún estaban alli, aquellas grietas que deformaban la luz, hacían que todo se viera deformado y horrible.

Oyó su voz en el auricular y le costo trabajo reconocerla, Tengo ganas de hacerte el amor -dijo- y ella sonrio. Quedaron de verse el juves, durante los últimos tiempos, se veian regularmente cuando ambos salian del trabajo. Javier la recogia a la salida del trabajo de ella, cruzaba media ciudad hasta el sur, y ella lo miraba caminar por la acera de enfrente cuando bajaba del tranporte, luego iban a tomar cafe o cervezas. La miraba sentada frente a èl, con esa mirada que tantas veces lo confundia,era como verse a si mismo, pensaba en ella, en todo el tiempo que deberìan pasar juntos. Allì empezaba la historia, su historia, en esa mirada de ella, era lo mejor que podia pasarle, aun cuando nunca se besaran, esa mirada valìa todo. Todo desaparecìa, el pasado de ambos, como si se encotraràn por primera vez en medio del mundo y supieran que allì empezaba todo.

Preguntale qué es lo que quiere - dijo Lidya - Pero no tenia caso, porque no queria escribir una historia de lo posile, no queria inventar las frases de ella como los dialogos de una novela, ni imaginarla desnuda. No neceistaba decirle que la amaba, eso lo habia hecho cientos de veces, queria escucharla pronunciar su nombre en medio de la noche, queria esa certeza de saber que por encima de todo lo necesitaba a èl. No era la historia de èl a lado de ella lo que habrìa querido escribir, sino la de ella.

Pero todo lo que tenia era aquella sensacion de vacìo cuanod se acostaba sobre la almohada, aquellas làgrimas frìas que caian lentamente mientras trataba de escribir aquella historia.

martes, mayo 09, 2006

Aquí

Si reuniera en un solo lugar,
por ejemplo en estas líneas,
todas las palabras que te he dicho,
las que he escrito o pensado,
podria construir el monumento de nuestra historia.

Te hablaría de tus ojos,
de tus manos, de tu boca,
pero no serían mas que un suspiro.
Te hablaría entonces de tu sexo,
de tu piel, de tu aliento en mi nuca,
y apenas sería un esbozo.

Es como tratar de unir
las piezas de un rompecabezas imaginario,
como modelar un pedazo de arcilla,
como descubrirme y descubrirte
en medio de todos los instantes
que nos pertenecieron en otro tiempo.

¿Cuándo fue que me perteneciste?
¿cuándo fue que fuimos algo
que siempre hemos sido y seguimos siendo?
¿será que en otro tiempo ya vivías en mi
y este es solo un deja vú constante y necesario?

Aquí, en tu cuerpo que acaba en mi cuerpo,
en tus besos que acaban en mis dedos,
aquí se reunen los momentos,
como reflejos de nuestra vida, de una sola vida,
cada vez que me aparto de tu cuerpo me descubro siendo tu,
como nacer de nuevo en otro espacio,
mirandote dormir como si fueras yo.

Cada que despierto
es como si vieras por mis ojos
los lugares a donde siempre pertenecimos.
Esta eternidad de dimensiones que converge
cuando despiertas y veo por tus ojos
y tus ojos me miran y me miro,
y te miras desde dentro de mi piel.
Cada que amanezco junto a ti.

Voy a terminar diciendo lo que ya sabes,
lo que todas mis palabras, las mudas y calladas,
te han dicho, lo que tus ojos saben
que aqui yace mi voz, repleta de tu voz
como un milagro de hroas escondidas,
aqui termina el recuento de mis palabras inciertas
de mis ultimas palabras sin sentido,
aqui empiezas tu.

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Gracias mon amie, por sus palabras para construir este aquí

sábado, abril 29, 2006

Tu bien sabes que te escribo a ti.

Edith.
Me he tardado mucho en escribirte. mas bien no queria hacerlo, ni ahora tampoco quiero, pero es necesario. El solo hecho de escribir tu nombre, el solo hecho de pronunciarlo, representa mucho mas de lo que aparenta. Es como si cada una de las personas que leyeran tu nombre, te inventaran, como si te multiplcaras cada vez que alguien pronuncia las cinco letras de tu nombre, como un sonido que resuena mas alla de sus oidos. Como si le pertenecieras a ellos. Y no, sólo me perteneces a mi.
Quizá esa es una forma egoista de ver las cosas, pero solo quizá. A mi no me importa si el mundo te conoce o si alguien se pregunta quién eres, de qué color es tu cabello, cuántos años tienes, por qué es que te quiero. Me basta con que tu lo sepas, no de que color es tu cabello, sino que te quiero.

Por eso te digo estas cosas, por convicción, porque todas las cosas que yo quiero que sepas, ya te las he dicho, fuera de los ojos del mundo. Y es cierto, escribo sobre todas las cosas absurdas del pasado, me has reprochado eso, lo que no entiendes es que por cada una de sas cosas, volteo y te miro a ti, en mi presente.

No te puedo escribir otras palabras, porque seria como engañarte, como envolverte para un regalo fino y costoso, un regalo que no se abre, y no, yo no quiero un modelo, yo te quiero tan viva, como a carne viva, dolorosa y ardiente.

Es chistoso que yo empiece justo en el silencio, que tu empieces con ese mismo silencio. entiende estas palabras, son pocas, pero son tuyas.

domingo, marzo 26, 2006

De como pasa el tiempo

Hace casi dos años escribi unos viejos versos:

Yo te digo esto,
Con la carne viva quemada por el sol y sal,
Por el rocío lacerante y húmedo de tu mirada lejana.
¿Dónde estás? Es la pregunta perpetua
de mis labios salados.
Toda tú, también, sabes a sal,
tu beso silencioso de ojos cerrados,
la corona de tus senos,
el hueco de tus brazos,
el palpitar de tu corazón
en la punta de un dedo de tu mano
.

Y es como si aquello, tan lejano y distante, perteneciera a otra persona, como si se tratara de otro océano, de otra piel que nada tiene que ver conmigo. y sin embargo, los releo y sé que los escribí para ti, pero no puedo recordar por qué. Volví hace ocho días y la brisa, la arena, la sal, la luz inmensa, todo era tan parecido y distante a la vez, y me miro ahora, alli, parado frente al mar de la tarde, como si el que nunca hubiera existido fuera yo.

Y ahora no tengo nada que escribir, o mejor dicho, no tengo nada que escribirte ni a ti, ni a ella. Es como estar siempre en el mismo punto de partida, un punto cada vez mas lejano, como esas huellas sobre la arena que no dejan rastro de mi existencia.
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Puedo recordar muchas cosas de M, por ejemplo las noches que faltabamos a clase de historia y caminabamos bajo las luz ámbar del alumbrado público, entre los charcos, residuos de la lluvía vespertina, la tarde en aquella jardinera de piedra rojiza. Pero sobre todo, recuerdo la mañana fría y azul, su mano blanca y fina entre mi mano, sentados en aquella banca del parque en que dijo no (por cierto, también recuerdo aquella tarde), el sol tibio y el viento que olía fresco y reposado, como una nueva vida, recuerdo las flores lílas que tapizaban la acera del colegio, esas pequeñas flores en forma de campana que siempre me hacen recordarla, es curioso como uno se aferra a esos pequeños objetos, como si en ellos se resumiera la escencia de las cosas y momentos importantes: Melissa-Jacaranda. Ya nada es igual, sólo las flores que me traen a la memoria la sensación de un recuerdo, su recuerdo.
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Terminé de leer Justine y te leí aquel pasaje que define en lo que nos hemos convertido, tuvieron que pasar 8 años para que sentado frente a ti cobraran significado esas palabras, sólo hasta hoy.
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Corazón bajo la sombra de una mano,
has de latir sin sangre,
ya sabes todo: lo que nunca dirás.
Has renunciado,
al cuerpo de mujer desparramado
sobre una cama de espinas sin heridas.
Dejaste de sonreír
cuando se quebró de un golpe tu latido,
sigues siendo bufón sin rey,
ala sin pájaro moribundo,
flor marchita sin destino,
mi mano sólo escribe
el recuerdo de tu piel desnuda,
todo ha de parecerse al olvido.

Floreces,
entre sendero de piedras,
lágrimas de mañana,
frío viento que aconseja tus mejillas,
ya no vienes a mis brazos
(esa esperanza se ha ido,
cuando dejaste tu nombre sin mi voz),
cansado tu cuerpo,
no soy refugio;
ese paraíso inventado
escapó de tu odio insostenible
por el mundo.
Has querido el silencio,
éste no es un reclamo
de las cosas que no se han dicho:
carta en la botella de ningún náufrago.

Terminaron en el viento
tus pétalos marchitos sin destino,
tu voz que poco a poco
fue muriendo,
fragmentos rotos de dichas sin camino.

A esta hora del invierno,
cuando la noche
ha caído sobre las ciudades,
lo imperdonable se hace más terrible,
cómo un océano de viento anhelante
que trae a la memoria los recuerdos,
acantilado oscuro sobre el que yace
tu roto cuerpo.

Tus olas implacables
revientan pasajeras
cada voz de mis palabras sin tu oído,
viento sin murmullo de palabras
bajo luna de noviembre.

Una vez más

Una vez más,
todo se vuelve realidad,
esa realidad lenta y aletargada,
este dolor caliente y asfixiante,
aquí se acaba el aire,
las flores marchitas
terminan por suspirar.
Es esta muerte pudriéndose,
este caminar por la calle
donde tu aroma deja de existir.

Aquí muero, una vez más,
cansado y solo y triste y moribundo,
con solo un pedazo de papel y estas letras
las mismas letras de siempre,
que tan solo saben llorar por ti.

Allá afuera, y aquí adentro,
el tiempo ha alentado
su paso insospechable,
esa marcha de muerte,
este túnel oscuro y sin aire.
Una vez más la soledad
es ese parpadeo intermitente,
ese sueño perpetuo.
No hay salida
de este laberinto ardiente,
de esos tus ojos
en el otro asiento del vagón.

Aquí se queda, una vez más,
el silencio de tus manos sosteniéndose,
tu anónima existencia,
todo transcurre rasgando el aire,
ese sopor sobre la ciudad nocturna
que no muere,
que late desesperadamente,
como esos suicidas que se desangran,
como esos campos que arden perpetuamente
en medio de cenizas.

martes, marzo 07, 2006

Batallas

Sí vendrás,
cuando mi alma ya esté lista,
cuando mi cuerpo esté curado
de viejas heridas...

Sí vendrás, porque sin ti no existe nada,
porque el amor es la batalla,
más bella de la vida
- D. de Kalafe -


"¿Sabes de qué me di cuenta K?
Que para amar hay que ser valiente...
no cualquiera ama, porque no cualquiera es valiente..."

Estas palabras también las escribo para ti Sandra


Siempre que te escribo estas palabras, me pregunto qué piensas, qué es lo que pasa en ese lugar oscuro dentro de ti. tienes razón al decir que alimentas estas letras, porque lo que escribo es la parte que tú tocas dentro de mi, te escirbo esto porque no encuentro lógica ni razón, quizá es sólo que no puedo entender cuando simplemente dices no. Pero tú estás aquí adentro, latiendo dentro de mi, como la posibilidad absoluta de mi felicidad, mientras muchos hombres se pasan la vida tratando de descubrir que es lo que quieren, yo sólo te quiero a ti. No es que no pueda aceptar o comprender que no me amas. Lo que no entiendo es por qué.

Es cierto, no tiene caso luchar por batallas pérdidas, estoy empezando a creer que esta también lo está, pero aún así, ¿qué más puedo hacer?, no tengo nada que perder, ya todo lo he ganado, la certeza de que sin mi, tu sonrisa no es la misma, ni las noches frías afuera de tu casa en que miro tus ojos inmensos, ni la cocina, ni el gato, ni nada. Te gané a ti, sin que esto suene a trofeo.

No me da verguenza decirte que te amo, decirtelo mil veces, por las mil veces que dices que no me amas, muchos podran pensar que no tiene caso, que es doloroso decir te amo a quien no te ama, pero el amor no es algo que se esconde, pienso que el amor es una batalla, la unica batalla que sin importar el resultado, ya se ha ganado, sólo aquellos que estan dispuestos a amar lo transforman todo. Por eso mis victorias son sencillas, tu mano en mi mano, tus ojos que no me miran cuando los miro mirar a ninguna parte, tu mejilla que es mejor que tus labios, el olor de tu cabello, tus pasos. No importa que no me ames, yo me llevo esto. Bien podria susfrir como uno de esos que dicen amar en silencio, esos son tontos, porque los tesoroso no se esconden, porque las batallas no se ganan en la oscuridad. Es cierto, cada vez que dices no, algo dentro de mi se rompe, como una especie de marioneta sostenida por hilos invisibles, y cada vez que dices no, uno de esos hilos se rompe, hasta que no quede ninguno y de nuevo caiga en ese vacío oscuro y frío de mi soledad. Y entonces, quien habrá perdido todo no habré sido yo, sino tú.

De nada sirve sufrir por amor, ese fue el error de Romeo y Julieta, la mayoria de nosotros cree que hay que amar hasta la muerte, que el amor de nuestras vidas es aquel con el que morimos, cuando pienso que mas bien hay que amar para la vida, para vivir día a día, y que podamos irnos de este mundo como vinimos: sin nada.

Me hacen falta tus besos, y que me mires como yo te miro y que me ames, porque también necesito eso, que me ames, que seas feliz conmigo y por mi, esa sería la victoria absoluta de tu amor, no del mio, sino del tuyo: Que me ames sin importar si yo te amo o no.

domingo, marzo 05, 2006

...

...pero en mi playa, estará el sonido del mar
para ti rompen las olas del mar.
- E. Guerra -


Siempre que pienso en lo que quiero decirte en estas líneas, acuden a mi memoria las palabras precisas, como si tuviera una especie de objeto mitológico capaz de traducir mi silencio en palabras y sonidos que de algun modo tengan el singificado correcto de lo que siento por ti. Pero luego, cuando mis dedos comienzan a escribir letra a letra, cuando destejo la maraña de hilos que componen esta madeja, cuando sopeso el significado de nuestras conversaciones, es entonces cuando no me queda nada más que decir. Es como repetir mil veces las mismas cosas y aún así no llegar a entender su singificado. Y sin embargo esa frase repetida mil veces, con otras palabras y otros sonidos, son mil palabras y oraciones distintas que hieren y lástiman.

Ayer por fin entendí esta verdad, entendí por qué las cosas siempre llegan a lo mismo, y es que yo soy más feliz a tu lado, de lo que tu eres al mío. Te amo porque tú no me amas, y las cosas que para mi son trascendentes cuando estoy contigo, para ti no lo son.

Es cierto, no puedo pedirte nada de aquello que no estás dispuesta a dar, del mismo modo en que no puedo darte aquello que nunca pedirás. Y aunque no lo parezca, así es como existe eso que llaman equilibrio.Estas a punto de perderlo todo, y aún en realidad no estás perdiendo nada, eso es quizá lo que más me duele. Pero al menos vas a perder mi amor, mi amor que nunca ganaste, porque ya era tuyo desde antes.

No sè que más decir, a decir verdad nunca lo he sabido, porque contigo inventaba el mundo, un mundo perpetuo sin pasado ni futuro. Yo mismo nacia en tu sonrisa, en ese sonido de tu voz que rasga el viento, todas las cosas empiezan a existir cuando las nombras o cuando las miras.

Nunca me vas a amar. Que largo me resulta escribir esto, todo se queda imaginado, descrito en una especie de sueño, siempre me pides que sueñe estas cosas contigo, pero que nunca las haga realidad. No quiero preguintarte nada, porque para mi no existen dudas, yo solo conozco la verdad, y no me arrepiento de nada, porque para amarte no existe arrepentimiendo por aquello que haces o dejas de hacer.

martes, enero 31, 2006

A: M

Les autres, c’était la tempete
la haine d’amour, le remous
Toi sule, tu prenais ma tête
et, la mettant sur tes genoux
tu disais : mon ami, pleure
je mettrai mes mains. C’est l’heure:
car moi j’ai déjà pleurè[e]...

- Rainer Maria Rilke –

A dos voces (Fragmetno): Algo acerca del silencio

“...Con una mujer sólo se pueden hacer tres cosas,
- dijo Clea en alguna ocasión -
Quererla, sufrir o hacer literatura.”

- Lawrence Durell -

He oído a mucha gente decir que le desagrada el silencio, quizá lo que les disgusta es la idea de soledad asociada con él, en lo personal no creo que exista, tal vez puede haber pocos sonidos, pero siempre habremos de oír algo, por leve que sea, incluyendo nuestro pensamiento, la respiración o los latidos del corazón, prefiero pensar que el silencio es la voz de ella.

En gran medida sé que es también su ausencia: a veces la observaba parada en el marco de la habitación, pero en realidad no estaba allí, vagaba sin rumbo por un cúmulo interminable de recuerdos, imágenes desperdigadas, como recortes de revistas, de aquellas calles arremolinadas por el viento nocturno, con la misma nostalgia con que se evoca algo olvidado durante mucho tiempo, ese silencio que la envolvía en el collage de las miles de voces que componen nuestro pasado.

Cuando al final de un día llegaba a casa y la veía dormida en la habitación, me sentaba a un lado suyo y recargaba mi cabeza contra su espalda tibia para escuchar su respiración, ese era nuestro silencio: su voz muda fabricando un mundo alejado del ruido y las voces de afuera; del mismo modo solía abrazarla y oírla llorar muy bajo con ese dolor que no necesita palabras, yo también lloraba sobre su espalda.

Pienso en todo esto cómo si fuera un espacio donde puedo encontrarla o al menos recrearla, un lugar en el que las palabras y sonidos no tienen fuerza alguna y son ecos apagados, una mirada que me sumerge en sus profundos ojos, la voz construyendo un puente entre todo lo que puedo ver, escuchar, oler y sentir, y ella; otra voz que me hace verla como realmente es, que nos aparta del mundo y nos lleva a un punto en el que no hay vuelta atrás, sobre el abismo inmenso de todo lo que nos rodea, donde somos capaces de existir el uno para el otro.

No he descubierto el método que me permita despojarla de la elemental visión de mujer, no en la simple forma artística, puesto que cada cual tendría una valoración subjetiva de ella, por eso es que las palabras me resultan estorbosas, mucho menos ansío una apreciación plana, eso lo dejo para los críticos o analistas, ¿qué resultaría de desprenderla de su soledad, de arrancarle de un solo tajo el amor derrotado y convertido en escombros, esa sombra oscura a la que pareciera estar atada, incluso de mi, de estos recuerdos?, me lo pregunto seriamente ¿de donde surge esa docilidad heroica?, ese valor indiferente, ¿qué cosas existen detrás?, a esto me refiero cuando hablo del silencio.

En ocasiones sueño que estoy parado sobre un puente, de esos que cuelgan sobre grandes abismos, debajo hay una bruma espesa que se convierte en oscuridad, hace frío, no percibo ningún sonido, entonces camino sobre las carcomidas vigas de madera, siento como crujen bajo mis pies, el puente se tambalea, sigo caminando y volteo, no puedo ver ya el extremo del que vine, la misma niebla y oscuridad lo han ocultado, entonces giro la cabeza y allí, frente a mi, esta ella, la miro por un instante y acaricio su cabello, ella me abraza y recarga su cabeza en mi pecho, trato de decirle algo pero mis labios no se mueven, sé que ella está llorando, inmóvil, muda.

lunes, enero 30, 2006

Frío

B y yo ibamos atravezando el eje central para llegar a la esquina que forman dicha avenida y la calle de Tacuba, mientras tanto iba confesandole sobre mi extraña atracción al edificio del ahora Museo Nacional de arte, misma que raya en los límites de alguna extraña parafilia. La exposición fue inceible, Goya siempre será Goya, es uno de esos raros artistas que rayan los límites entre un arte y otro: Goya lo hace entre la pintura y la poesia, entre la lucidez y la paranoia, la realidad y la fantasia.


Luego, mientras caminabamos por la salas y tomabamos algunas fotos, miraba sus ojos claros, supongo que Goya ha de saber perdonar el descaro de poner más atención a su cabello humédo, a su sonrisa y su voz, al hecho de que fuera de mi brazo y lo demás dejara de existir por el breve instante en que sus ojos se posaban en los mios, que a sus cuadros.


Ya estaba oscuro cuando salimos, el viento frío soplaba entre la gente y las luces de los automoviles, había mucha gente en las calles, y era difícil caminar, en un alto me abrazo con su cuerpo frágil y entonces supe que maravilloso es el frío, sus manos temblando entre las mías, su cuerpo más mío que nunca, como si se dibujara en el momento en que mis brazos y mi hombro la sostuvieran. Nos faltarón los besos pero no las miradas, pero no el silencio, no hizo flata su sonrisa, ni su mano sosteniendo la mia, como si cosntruyera un refugio del frío y de todas las cosas que nos son imposibles...

viernes, enero 27, 2006

Todas las cosas

"Yo no le canto a la luna
porque alumbra nada más,
le canto porque ya sabe
de mi largo caminar.
Si en algo nos parecemos,
luna de la soledad,
Yo voy andando y cantando,
que es mi modo de alumbrar"
Me preguntas que por qué escribo tu nombre,
y me apropio un momento de tu voz,
de tus oídos lejanos y tus mano blancas.
No sólo te escribo, sino te pienso y te invoco,
con esas palabras silenciosas y mudas,
como si te hablara de otro tiempo,
de otro cielo oscuro.
Eres ese otro reflejo
de mi caminar sobre la hierba
grís y pálida de la noche.

Escribo tu nombre, como un conjuro,
como un rezo sin fé.
Te escribo, como si con esas pocas letras
pudiera dibujarte y volverte a la vida,
escribo tu nombre,
porque todo se resume en ti,
tus labios cerrados,
tus ojos de páloma al vuelo.

domingo, enero 22, 2006

Esta es

A la deriva la noche,
la selva invade el lanchon,
la luna, bola de sangre,
la devoró el tiburón.
Las olas vuelan sinuosas,
rizadas por un ciclón.
Pilar navega sin rumbo,
bajo un diluvio de ron.
- Compay Seugndo-

Esta es una de esas noches inútiles
Donde lo digo todo,
Sin decirte nada…

Se escurren lentamente
las olas apacibles del cielo oscuro,
Se rompen por las esquinas
el doblar de campanas tristes,
de nuevo Hemingway delira.
La fugaz hora en que me pongo triste.
El terciopelo sin rostro del viento.
No hay mito, ni dios, ni leyenda,
ni cielo, ni infierno,
ni ángel, ni demonio,
ni cielo, ni mar,
ni tierra firme,
ni palabra, ni silencio,
ni mirada, ni caricia,
ni sombra, ni ausencia,
que te haga entender
que te pido un poco de ti
para no sentirte lejos.