martes, enero 31, 2006

A dos voces (Fragmetno): Algo acerca del silencio

“...Con una mujer sólo se pueden hacer tres cosas,
- dijo Clea en alguna ocasión -
Quererla, sufrir o hacer literatura.”

- Lawrence Durell -

He oído a mucha gente decir que le desagrada el silencio, quizá lo que les disgusta es la idea de soledad asociada con él, en lo personal no creo que exista, tal vez puede haber pocos sonidos, pero siempre habremos de oír algo, por leve que sea, incluyendo nuestro pensamiento, la respiración o los latidos del corazón, prefiero pensar que el silencio es la voz de ella.

En gran medida sé que es también su ausencia: a veces la observaba parada en el marco de la habitación, pero en realidad no estaba allí, vagaba sin rumbo por un cúmulo interminable de recuerdos, imágenes desperdigadas, como recortes de revistas, de aquellas calles arremolinadas por el viento nocturno, con la misma nostalgia con que se evoca algo olvidado durante mucho tiempo, ese silencio que la envolvía en el collage de las miles de voces que componen nuestro pasado.

Cuando al final de un día llegaba a casa y la veía dormida en la habitación, me sentaba a un lado suyo y recargaba mi cabeza contra su espalda tibia para escuchar su respiración, ese era nuestro silencio: su voz muda fabricando un mundo alejado del ruido y las voces de afuera; del mismo modo solía abrazarla y oírla llorar muy bajo con ese dolor que no necesita palabras, yo también lloraba sobre su espalda.

Pienso en todo esto cómo si fuera un espacio donde puedo encontrarla o al menos recrearla, un lugar en el que las palabras y sonidos no tienen fuerza alguna y son ecos apagados, una mirada que me sumerge en sus profundos ojos, la voz construyendo un puente entre todo lo que puedo ver, escuchar, oler y sentir, y ella; otra voz que me hace verla como realmente es, que nos aparta del mundo y nos lleva a un punto en el que no hay vuelta atrás, sobre el abismo inmenso de todo lo que nos rodea, donde somos capaces de existir el uno para el otro.

No he descubierto el método que me permita despojarla de la elemental visión de mujer, no en la simple forma artística, puesto que cada cual tendría una valoración subjetiva de ella, por eso es que las palabras me resultan estorbosas, mucho menos ansío una apreciación plana, eso lo dejo para los críticos o analistas, ¿qué resultaría de desprenderla de su soledad, de arrancarle de un solo tajo el amor derrotado y convertido en escombros, esa sombra oscura a la que pareciera estar atada, incluso de mi, de estos recuerdos?, me lo pregunto seriamente ¿de donde surge esa docilidad heroica?, ese valor indiferente, ¿qué cosas existen detrás?, a esto me refiero cuando hablo del silencio.

En ocasiones sueño que estoy parado sobre un puente, de esos que cuelgan sobre grandes abismos, debajo hay una bruma espesa que se convierte en oscuridad, hace frío, no percibo ningún sonido, entonces camino sobre las carcomidas vigas de madera, siento como crujen bajo mis pies, el puente se tambalea, sigo caminando y volteo, no puedo ver ya el extremo del que vine, la misma niebla y oscuridad lo han ocultado, entonces giro la cabeza y allí, frente a mi, esta ella, la miro por un instante y acaricio su cabello, ella me abraza y recarga su cabeza en mi pecho, trato de decirle algo pero mis labios no se mueven, sé que ella está llorando, inmóvil, muda.

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