domingo, diciembre 19, 2004

Desde entonces no soy el mismo

Desde que decidí dejar de pronunciar tu nombre.
Desde aquella vez que dijiste no, nunca, no.
Desde que vendiste mis secretos a un culebrero.
No soy el mismo.

Desde el momento en que empecé a odiarte sin razón,
a aborrecer tu voz y tu sonrisa y tu mirada fría y tus manos frías
y toda tu.

Eres Gala muerta
y María a los pies de un crucificado
y Salomé sin la cabeza del bautista
y yo no soy el mismo que se refugiaba en tu regazo.

No sabes cuan poco me importa el mundo,
quisiera poder arrepentirme de esto que digo,
y evitar tu mirada triste
y hacer de cuenta que no existes a las seis de la tarde
y tener que inventarme pretextos
para no decirte cuanto te extraño,
cuanta falta me hace tu mano, aunque sea mentira.

No soy el mismo,
aquel que te imaginaba dormida y desnuda
que sólo soñaba contigo para no perderse.

Dejé de creer en tus palabras
en todas las veces que dijiste
estar solo para mi, cuando yo te necesitara.

Ya estoy demasiado adolorido,
cansado y fastidiado de los reclamos inútiles,
de esa facilidad que tengo para lastimarte.

No soporto más verte llorar de rabia,
y callarme por esa estupida soberbia
por ese altar donde soy dios sin corona
y no escucho tu voz,
porque a fin de cuentas es mi culpa.

No soy el mismo aquel que cada noche buscaba tu refugio,
tu voz y tu cuerpo desconocido y pálido y frío y blanco.
Ya no tengo más ese sueño recurrente de despertar contigo,
en ti, dentro de ti.

No hay culpables,
esta es la renuncia sin gloria de todo lo que tu eres,
no quiero tu consuelo, ni tu voz, ni tus besos imaginarios,
lo único que quiero es olvidarte


jueves, diciembre 02, 2004

¿Por qué te moriste Sabines?

El mar se mide por olas,
el cielo por alas,
nosotros por lágrimas.
El aire descansa en las hojas,
el agua en los ojos,
nosotros en nada.
Parece que sales y soles,
nosotros y nada...
- J. Sabines -

¿Por qué te moriste Jaime?. El día que por la radio anunciaron tu muerte me puse a llorar, y salí a la calle a ver si alguien más sabia que te habías muerto. Te fuiste, con el derecho de tu cansancio, y yo me quedé aquí, como si una parte de mi hubiera enmudencido y muerto también.
Cuando me pongo triste, cómo ahora, porque me duele una mujer, o por las cosas absurdas que dice la gente, o simplemente porque quiero estar triste, me pongo a pensar en ti Jaime, en que a fin de cuentas solo soy un extraño que lee las cosas que a ti también te hacen triste.
¿Por qué te moriste Jaime?. Tus palabras tenian esa sabiduría de de todo sin saberlo nada, pero ya nadie te oye, porque tus palabras eran solo para ti. Estás lejos del olvido, es cierto, pero ya no estás aquí, dejaste ese hueco del silencio y yo sigo triste, porque ni con todas tus palabras ella va a entender que la quiero como la quiero, y yo, me pregunto ¿por qué te moriste Jaime? como si yo también estuviera muerto.