jueves, septiembre 30, 2004

Más allá de lo que escribo (No puedo escribir)

Ivonne

La noche es fría y lluviosa, como siempre, acabas de partir en el autobús, yo me pregunto qué clase de cosas podría decirte. Ultimamente me es imposible escribir todas las cosas que pienso, como si mis manos se negaran a escribir, como si tus ojos se hubieran cansado ya de leer siempre las mismas palabras, simple y sencillamente no puedo escribir porque mi voz busca tu oído, porque hay cierto tipo de cosas que sólo el sonido puede decir. Yo no puedo retratar el latir de mi pecho cuando mis manos sotienen las tuyas, no puedo escribir tu sonrisa, ni el perfume de tu pelo, ni tu mirada en la noche fría, ni el eco pálido y resonante de tu voz que rompe el viento. Más allá de lo que escribo está ese hueco que mi voz trata de encontrar en tu cuerpo.

Dejo de escribir y empiezo a desentender el mundo, dejo de imaginar el espacio y ya no puedo comprender las manecillas del reloj que marcan las horas, ni los anuncios en las calles, todas las cosas ya no son ni siquiera palabras, me quedo con la mirada fija, como pérdido y flotando en un océano mudo y oscuro, y me quedo sin fuerzas para comprender como es que amanece día tras día, y se me olvida como sostener la pluma y paso horas frente al papel tratando de inventarle nombres a los objetos que se amontonan en mi cabeza, y estoy solo.

De pronto mi voz sabe algo, quizá lo sabe todo, sabe que me haces falta y en la parada del autobús empiezo a repetir tu nombre una y otyra vez como si todas las cosas del mundo se llamaran como tú.

Acabas de partir y todas als cosas empiezan a dolerme de nuevo, ese dolor que ya no puedo vomitar con palabras, ni con lágrimas, y me siento cansado, como ese cansancio de los muertos que sostienen toda la tierra de la tumba, y me arrepiento de la vida, de no quedarme abrazado a ti para que mi voz te diga estas cosas.

Mi voz es sólo un murmullo, como si siempre hubiera estado mudo, mudo a través de mis palabras escritas, y mi espanto es el de mis oídos y el de mi boca que escucha y dice cosas que nunca antes había conocido, como si acabara de conocerte, como si yo mismo acabara de nacer o de abrir los ojos y respirar y sólo te conociera a ti y existira un espacio invisible que solo nos uniera a ti y a mi, y mi voz quisiera decirte todas las cosas que sé de antes, pero mi voz no sabe nada, sólo concoe tu mirada y tu silencio y tu sonrisa y tus lágrimas pero para eso no existen palabras suficientes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me sorprendes con ese tibio entorno de vacio, pero aun esta fresca la noche para ver a los murcielagos regresar.